martes, 21 de octubre de 2008

Las actuaciones de los equipos de Rosario, dejaron mucho que desear

Temperley lo ganó al final....

Todo proceso de transición tiene su consecuencia. A veces es favorable y otras no. Y este Central Córdoba volvió a pagar un alto precio como resultante de la irregularidad. Anoche aguantó hasta donde le dio el lomo. Pero se quedó ante la constancia y sacrificio de Temperley, que ratificó ante los ojos de su gente que la crisis global lo tiene sin cuidado. El Charrúa vio caer sobre el epílogo su mercado una vez más, porque carece de un agente que pueda revalorizar su cada vez más desplomado patrimonio.
La segunda presentación del Bocha Forgués no fue la mejor. Su equipo distó mucho de ser el compacto y agresivo que pretendía el técnico charrúa. Si bien el Celeste no tuvo nada de gasolero, porque sus hombres dejaban su huella en cada sector del terreno, el elenco rosarino se preocupó más por especular que por intentar jugar.
Tal vez esa limitación tuvo su punto de convergencia en que improvisó un mediocampo con actores que por el momento están más para ocupar un rol de reparto que de protagonista. Forgués la pifió al sacrificar a Taborda como doble cinco y expuso a Calabrese al otorgarle la facultad de generador de juego, cuando al Pelado le falta rendir algunas materias para poder ejercer esa función, pese al empeño puesto.
Esas ventajas fueron bien aprovechadas por Temperley, que fue copando cada metro porque veía que enfrente había un equipo condicionado y que en cualquier momento quedaba KO, más allá de la resistencia que ofrecía con amor propio.
El Celeste se destacó sin tener que brillar en la noche. Le bastó con plantarse mejor y con dominar sin la obligación de apelar al juego agresivo de tres cuartos hacia adelante. Aunque vale destacar que Córdoba no se la hizo muy sencilla en el complemento, pese a lo endeble que fue en el primer acto.
El Gasolero tuvo sus momentos para irse al descanso en ventaja, pero entre Mariano González y Palos se encargaron de contenerle la alegría. Pero en el segundo acto encontró la llave que parecía haber perdido por unos instantes y terminó marcando la diferencia en el balance final.Luis López vulneró con un martillazo seco la superpoblación de defensores que estaban conteniendo el marcador como podían. Es que el final estaba cerca. Pero cómo habrá sido de pobre la performance charrúa que la única llegada seria se produjo cuando agonizaba el primer capítulo mediante un remate de Marinozzi, que sirvió más que nada para demostrar que enfrente había un rival.


Tiro Federal lo tenía pero San Martín hizo justicia en el último minuto

En el juego de la oferta y la demanda, Tiro Federal hizo su negocio. Y eso que el mazazo del final llegó cuando el ánimo y el resultado cotizaban bien en alza. Que algunos se hayan retirado con cierto grado de conformidad y otros no tanto habla a las claras de que la cosa no fue del todo sencilla y, sobre todo, que San Martín de San Juan había hecho lo suficiente como para no quedarse con las manos vacías. Fue un entretenido 2 a 2 en el que al equipo de Ludueña le quedó como cuenta pendiente no haber podido reencontrarse con el triunfo en su casa.
Las intermitencias características de este Tiro obraron nuevamente como plafón de alegrías y tristezas. Con una salvedad: el rival mostró ciertas virtudes que complicaron a los Tigres. Como la paciencia que evidenció de principio a fin. Y tuvo cómo demostrarlo, ya que Tiro se puso en ventaja a los 2’ por intermedio de Bezombe después de una corrida espectacular de Menicocci.
Esta estocada no sirvió como para hacer extensiva la diferencia del resultado al juego. Es que fue prácticamente lo único peligroso que generó Tiro en el primer tiempo, a excepción de un cabezazo muy débil de Rossi (7’). El resto fue todo de un San Martín al que no le sobró fútbol, pero al que tampoco le faltaron ocasiones para empardar la historia. No se dio por algunas tapadas de Silvonei y otros tantos errores sanjuaninos en el último toque.
El negocio sólo era viable por la diferencia y no por una cuestión de solidez en el juego. Por eso no fue descabellado el golpe por golpe que ofreció Tiro en el segundo tiempo. Pudo ser negocio redondo si Casado hubiera definido con menos displicencia (49’) tras otra gran corrida de Menicocci, pero no lo fue. El santo sanjuanino nunca se apartó de su libreto y de ello le valió para no claudicar. Y de tanto ir, Roda clavó su cabezazo (62’) contra el palo izquierdo de Silvonei (a los 50’ el mismo poste le había devuelto otro).
Cuando Charles Pérez hizo lo propio de cabeza (74') en el arco de Pocrnjic la sensación fue que se podía. Ni hablar después de la tonta expulsión de Décima (76'). Pero la supremacía tirolense nunca contó con la consistencia necesaria. Sólo la frescura que otorgó el ingreso de Sparapani invitaba a soñar. Es que cada vez que San Martín avanzaba con la pelota al pie desnudaba errores en el fondo de Tiro. Y en uno de esos yerros (Martina cabeceó hacia atrás) Ceballos, a quien a los 87' Lovera le cometió un claro penal, cambió los ánimos en el final de un partido que dejó un sinsabor importante por la coyuntura del desenlace pero que a la larga terminó siendo un buen negocio.

Argentino cayó frente a Villa San Carlos

Lidiar en la adversidad tiene el riesgo de desestabilizar una determinada estructura. Cuando la inestabilidad golpea la puerta con intenciones de colapsar el sistema, no hay más alternativa que prepararse para que el impacto no genere mayores consecuencias. Pero Argentino no lo hizo. Porque llegó a Berisso con algunas bajas considerables y sin embargo igual intentó pararse delante de Villa San Carlos con el propósito de amargarle el día, con el plan habitual, como si contara con las mismas herramientas. Y si bien el villero no navegó con una abrumadora solvencia por las aguas de su continente, las ventajas otorgadas por el diezmado salaíto fueron suficientes para que padeciera el resultado final, que fue una goleada por 4 a 0.
Argentino sin Arriola ya estaba dando cierta ventaja. Encima, antes de la media hora, se encontró con una estocada que le propinó de manera sorpresiva el solitario y laborioso Salinas. La tarde había comenzado negativa. Para colmo Roberto González fue a disputar la pelota dividida con Oroná y el juez Dóvalo determinó que Chiquito debía irse a las duchas por esa acción, que dejó al desnudo la precariedad del árbitro para interpretar determinadas jugadas.
Con todo en contra, Argentino no se despegó de su voluntad para encontrar el arco contrario, pero le faltó esa cuota de creatividad que sólo pueden aportarle el Tom Arriola y Chiquito González. Sus compañeros desplegaron un arsenal de piernas alimentadas por la vocación de servicio. Pero no alcanzó. A tal punto que la única chance fue vía Cisneros cuando se acercaba la hora de hacer una pausa y repasar algunos conceptos que no estaban siendo puestos en escena.
El complemento fue patentado por el local. Sobre todo porque sus volantes se movían con libertad ante un oponente que deseaba pero no le daba para hacer la heroica. En ocho minutos el anfitrión aprovechó la música de sus fieles para hacer una fuerte movida en ofensiva y sacar rédito de la inferioridad ajena. El encargado de terminar la historia fue Andrés Medina, quien tras ingresar y aportar toda su velocidad se anotó entre los artilleros por partida doble.
Los minutos finales fueron perdiéndose entre el claro protagonismo del local, que metió su nariz en el pelotón de arriba y promete luchar con los principales protagonistas de la divisional. Aunque antes de bajar la persiana, Salinas se encargó de redondear una goleada que dejó a Argentino con la luz de alerta encendida. No sólo por el abultado resultado desfavorable, sino además porque de cara al futuro cercano tendrá que suplir algunas bajas que son de suma importancia para esta estructura de juego, que ayer colapsó.

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